Pasé la mayor parte de mi infancia en una casa del montón, en uno de los suburbios de clase media más insípidos y ordinarios de todo San Juan de Puerto Rico. Había puertas que no conducían a ningún lado y ventanas que jamás se abrían. Han transcurrido muchos años desde entonces, y aquí estoy, en una verdadera pista de baile, aprendiendo a soltarme, dejándome ir al compás del bandoneón y animando con mis movimientos esas letras que jamás he olvidado.
Read MoreHe aprendido a amar y a confiar, a pesar de una difícil niñez que delineó la mayor parte de mi vida adulta. Siempre se me dificultó aceptar el amor, hasta hace poco. Esta transformación requirió décadas para ser posible; tener fe y confianza en los demás no es tarea fácil, sobre todo para quien no aprendió esos valores durante la infancia. Aceptar y entregarme al amor sin reservas ha sido igual de desafiante.
Read MoreNunca la vi feliz; no recuerdo haberla visto riendo a carcajadas jamás. Recuerdo leves sonrisas. También recuerdo muchas lágrimas, lágrimas que siempre la acompañaron; imagino que había una enorme pena en su alma que nunca compartió y que yo tampoco me atreví a conocer. Con el transcurso de los años llegó el Alzheimer que le robaría la memoria y, con ella, borraría también sus penas.
Read MoreHace quince años, renuncié a uno de los trabajos más codiciados de la televisión: presentadora de los noticieros latinos de mayor audiencia en Nueva York, el de las 6 pm y el de las 11 pm, que se transmitían por el canal 41 de Univisión. A pesar de ello, no me sentía feliz, sobre todo por considerarme agobiada en exceso e, incluso, desvalorada. Hasta que la frustración acumulada a lo largo de los años estalló sin remedio. En efecto, un día llegué simplemente al límite. Entonces, supe que debía renunciar a mi fastuoso puesto, ¡y lo hice!
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